jueves, 14 de marzo de 2013

Flora



En cuando a la vegetación se refiere, la misma está altamente influenciada por el clima frío y seco de los Andes Mendocinos, predominando en las laderas escarpadas escasa vegetación arbustiva, achaparrada o rastrera, y en las zonas cercanas a las cimas la vegetación dominante es la estepa arbustiva, baja y esparcida, con predominio de los iros, que son matas compactas de pastor duros, generalmente amarillentos, muchas veces pertenecientes a los géneros Stipa y Poa En las zonas más altas encontramos roquedales donde la hostilidad del clima impide el desarrollo de cualquier tipo de vegetación. Sólo se observan algunos vegetales en las zonas húmedas que se forman por alguna oquedad del suelo o características del relieve que propicien la permanencia de humedad.
En estos lugares – denominados vegas – crecen escasos pastizales compuestos por vegetales de las familias de las ciperáceas y juncáceas. Descendiendo aparecen algunas plantas que representan principalmente a las familias compuestas como caliceráceas, portulacáceas, leguminosas y verbenáceas. Cuando descendemos en altura aparecen algunas especies leñosas, siendo la más común de observar la llamada leña amarilla (Adesmia pinifolia) que desarrolla poco más de un metro de alto.
Toda la flora desarrolla su ciclo vital en forma repentina y por el escaso tiempo en que las condiciones climáticas merman su rigurosidad. Algunas especies conspicuas son el huecú ( Poa holciformis), Junellia uniflora, Stipa chrysophylla, Pernetya mucronata, comúnmente la llaman chaura, Oreopolus glacialis, entre otras (Martínez Carretero, et al. 1999). Son comunes en las vegas la Festuca desvauxii, el hunco tierno (Eleocharis albibracteata), Oxychloe andina, Festuca argentina, Werneria pygmaea y algunas especies más, menos conspicuas.



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